Daniel Bashandeh, analista político.
El cierre del gasoducto Magreb-Europa (GME) el próximo 31 de octubre supone un grave contratiempo para la recuperación económica de España. Tras la visita de la delegación española liderada por la vicepresidenta Teresa Ribera a Argelia, el escenario energético sigue siendo incierto y forzará al Gobierno español a buscar alternativas para garantizar el suministro energético este invierno.
La complejidad es aún mayor si tenemos en cuenta que el cierre afecta a Marruecos y Portugal, lo que confirma la transversalidad de la crisis energética. Por este motivo, es necesario apostar por un diálogo más amplio que aglutine no sólo a los países involucrados, sino a los demás actores, en especial al entorno empresarial e industrial, para encontrar soluciones y lograr una alianza económica y cooperativa.
La ministra de Transición Ecológica señaló que Argelia garantizará el suministro de todo el gas contratado a España, un compromiso que también fue confirmado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. De acuerdo con las declaraciones gubernamentales, el plan para hacer frente al cierre del Magreb-Europa – que suministraba alrededor de 6.000 millones de metros cúbicos de gas – pasará por la ampliación del gasoducto Medgaz y por la llegada de barcos cargados de gas natural licuado (GNL).
Sin embargo, abordar la situación desde una perspectiva bilateral es arriesgado, sobre todo si el Gobierno español carece de control de los acontecimientos. En primer lugar, la ampliación del Medgaz dependerá de la voluntad argelina y de si se cumplen los tiempos establecidos. Está previsto que en enero se haya ampliado el gasoducto para que pueda transportar 10.000 metros cúbicos de gas. De no hacerlo, España dependerá altamente peligrosamente de los barcos metaneros para abastecerse de gas, un mercado altamente competitivo tras el incremento de la demanda del producto a Asia.
El problema de suministro puede agravarse debido a la alta competitividad a las puertas del invierno y a la falta de un calendario concreto para su llegada. En las mejores previsiones, el Gobierno calcula que llegarán 4.000 millones de GNL en barco. Pero podría ser necesario incrementar esta cantidad en el caso de que el Medgaz no logre ampliarse en los plazos previstos. A esto hay que sumarle otros factores como son el propio tratamiento del GNL y el mercado y demanda internacional, que podrían terminar por aumentar el precio del gas, y, por ende, el precio de la electricidad.
En paralelo, existe un tercer factor distorsionador: Marruecos, país cuyas relaciones diplomáticas con Argelia están rotas. Rabat puede sufrir pérdidas de hasta 200 millones de euros con el cierre y afectar parte de su suministro energético. España probablemente tendrá que equilibrar sus relaciones diplomáticas en un momento de suma vulnerabilidad en caso de que el país alauí exija parte del suministro energético de este nuevo plan. De este modo, además de las consecuencias energéticas, la situación acarrea desajustes políticos y diplomáticos.
Por estas razones, es importante que España comience a perfilar una estrategia diplomática para estabilizar el suministro energético cuanto antes. No sólo es necesario que la Reunión de Alto Nivel entre España y Argelia, anunciado por el ministro de Exteriores José Manuel Albares, se celebre cuanto antes, sino que hay que ir más allá. La crisis energética es transversal y salpica a países como Marruecos o Portugal y a sus respectivas industrias. Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, y eso nos hace más vulnerables al riesgo. Por ello, es imprescindible que se convoque un diálogo multinivel entre los países y actores afectados por la crisis energética proveniente del Magreb.
La gestión energética es tan compleja que no puede decidirse entre dos estados. Por ello, desde el Foro Industria y Energía, creemos necesario convocar un diálogo multinivel en clave energética. Una buena diplomacia se construye a través de intereses concretos, capaces de arrastrar otras temáticas para solidificar los acuerdos. Abordar a través de un diálogo amplio entre las partes la emergencia energética serviría para aunar intereses económicos y políticos. De esta forma, se podrían vehicular un nuevo equilibrio que facilite la recuperación económica, el suministro y la estabilidad regional.