El plan de reindustrialización europea ofrece a España grandes oportunidades, siempre que exista una apuesta en el marco de un plan estratégico nacional bien diseñado y que cuente con el apoyo de todas las partes involucradas.

Nuria G. Rabanal, experta en estrategia internacional del Foro Industria y Energía.  Directora de la Cátedra de Seguridad y Defensa de la Universidad de León

Los últimos acontecimientos de índole mundial que han afectado en los últimos años a la soberanía energética y de suministros de Europa, comenzando por la COVID y siguiendo por la guerra de Ucrania y las distintas crisis en Oriente Medio, han dejado más patente que nunca la necesidad de Europa de reindustrializarse, y de hacerlo siguiendo los criterios de sostenibilidad que sus mismos organismos supranacionales marcan.

El plan de reindustrialización europea, tal y como se señala en documento elaborado por la UE, busca una economía europea “más sostenible, digital, resiliente y competitiva a escala mundial”. Esta estrategia ha servido para fijar una nueva hoja de ruta donde no sólo se persiga conseguir objetivos propios del sector industrial, sino también potenciar de forma transversal otros ligados a la sostenibilidad, la lucha contra el cambio climático, la diversificación y autonomía energéticas y una mayor digitalización, además del reposicionamiento de la UE en el ámbito geoeconómico global.

La estrategia considera que, dentro de las importaciones de la UE, existen 135 materias primas fuertemente vinculadas con los ecosistemas energéticos, sanitario y farmacéutico, además del ecosistema de tecnologías avanzadas, lo que significa la existencia de dependencias estratégicas que hace vulnerables estos sectores. También identifica dependencias externas para otros sectores, como los productos y servicios relacionados con el almacenamiento de energía y la ciberseguridad, que serán canalizados a través del Observatorio de Tecnologías Críticas de la Comisión. El abastecimiento logístico de materias primas para la industria es otro punto clave, más aún si consideramos el efecto que está teniendo la guerra palestino-israelí sobre los flujos del comercio mundial y el sector industrial.

Tampoco debería olvidarse la necesidad de acelerar el desarrollo de la industria de la defensa y la economía del espacio, donde se jugará el futuro del desarrollo tecnológico y de economía real en las próximas décadas y donde la UE no tiene posiciones fuertes: por un lado, por la superposición de los intereses de la OTAN sobre la política de defensa europea, y por otro, por la escasa atención que a la economía del espacio se le presta por parte de la economía real y las propias autoridades europeas.

Reindustrialización y transición ecológica

Uno de los últimos movimientos normativos en esta línea ha sido el acuerdo provisional al que han llegado el pasado 6 de febrero el Consejo y el Parlamento Europeo respecto al Reglamento sobre la Industria de Cero Emisiones Netas, que establece un marco de medidas para reforzar el ecosistema europeo de fabricación de productos de tecnologías de cero emisiones netas. A partir de este acuerdo, el reglamento que contendrá una lista única de tecnologías de cero emisiones netas, con criterios para seleccionar proyectos estratégicos en aquellas que contribuyan mejor a la descarbonización.

Esta normativa deja claro que los planes de reindustrialización son compatibles con la descarbonización. De hecho, la UE prevé la creación de itinerarios de transición en colaboración con todos los agentes, siendo la industria uno de ellos.

Por otra parte, es posible que, aunque “el papel lo soporta todo”, nos encontremos con dificultades reales en esta transición derivadas de los costes y los precios, además de la incertidumbre que puede surgir debida a la fuerte dependencia de suministros exteriores en sectores clave, que podría forzar una ralentización de la transición. Por esta razón, es importante trabajar desde Europa por una soberanía energética que incluya toda la cadena de valor, incluyendo la fabricación de los componentes necesarios para que las energías renovables puedan funcionar.

El potencial de España en la reindustrialización europea

España tiene un gran potencial en energías renovables, debido a sus características y situación geográfica. Además, cuenta con un potencial industrial directamente relacionado con esta capacidad de adaptarse a la transición ecológica. Ahora bien, ambos están supeditados al éxito de las políticas nacionales, las decisiones políticas y la apuesta que se haga considerando el marco geoestratégico europeo y mundial.

De partida, España arranca con las mismas o mayores potencialidades que otros Estados miembros, siendo el factor de estabilidad política y económica el más determinante para el crecimiento industrial. Lamentablemente, el sector industrial no ha sido el más protegido y potenciado en las últimas décadas y eso pasa factura en muchos sentidos. Existe potencialidad en todos los sectores industriales que marca la UE, con una distribución diferente geográficamente de cada uno por comunidad autónoma.

Como riesgos, la reindustrialización no tiene otro para España que el de no estar preparados para el cambio que sobreviene, algunos derivados de un capital humano y un mercado de trabajo poco preparado para esa transición, que va a introducir grandes cambios. En cuanto a oportunidades, este proceso nos aporta todas las que queramos, siempre que exista una apuesta en el marco de un plan estratégico nacional bien diseñado y que cuente con el apoyo de todas las partes involucradas.