24 de julio de 2025.
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La Comisión recomienda a los países miembros aplicar incentivos fiscales para apoyar la transición energética de la industria.
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Según la recomendación de la Comisión, los incentivos fiscales suponen una oportunidad significativa para “agilizar el cambio a vehículos sin emisiones”, una cuestión fundamental para la descarbonización de todos los procesos industriales.
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Necesitamos una visión 360+1: no basta con descarbonizar los procesos de la fábrica, también hemos de trabajar en reducir las emisiones de toda la cadena de suministro necesaria para la industria.
Siguiendo con el análisis de la Recomendación de la UE para que los países miembros desarrollen incentivos fiscales para apoyar el Pacto por una industria limpia, en el artículo de hoy nos centramos en una cuestión de enorme importancia en el proceso de transición energética: la descarbonización de la cadena de suministro y, especialmente, del transporte.
En el artículo de la semana pasada hacíamos una valoración de las herramientas fiscales que propone la Comisión para migrar del “quien contamina paga” hacia el “quien no contamina paga menos”, y que pretenden que la fiscalidad sea un motor de inversión y no solo un freno. En el de hoy, nos centramos en uno de los sectores que podrían verse más beneficiados por este tipo de medidas fiscales, el del transporte, para el cual la Comisión reconoce que las medidas fiscales “suponen una oportunidad significativa para agilizar el cambio a vehículos sin emisiones”, en especial en lo que respecta a las flotas de empresas.
Sin embargo, desde la perspectiva industrial, cuando hablamos de “flotas” deberíamos pensar en algo más que en el vehículo de representación de los directivos y tomar conciencia de la importancia que tiene todo el transporte en la actividad industrial, porque, como decíamos en nuestro artículo No dejemos que el electrón camine solo – FIE, la transformación del transporte asociado a la industria no es solo un desafío ambiental, sino también una necesidad imperativa para alcanzar la neutralidad climática manteniendo la competitividad.
La fábrica no es una isla
La fábrica no es una isla. Es un elemento más de todo el proceso industrial, cuya actividad está ligada inevitablemente a la movilidad o al transporte. En la medida en que no contemos con elementos para descarbonizar la totalidad de este proceso, no habremos alcanzado una plena descarbonización industrial. Por explicarlo de manera sencilla: los tornillos que ponemos en un producto final como una lavadora, no solo han consumido energía y emitido CO2 en el centro en la que se han fabricado, sino que, probablemente, han pasado por diversos medios de transporte que también lo han hecho: el camión que los ha llevado al puerto, el barco que lo ha transportado, la camioneta que lo ha recogido para llevarlo a un centro logístico y el pequeño transporte que lo ha llevado a la fábrica de lavadoras ¡El dichoso tornillo se ha pasado una gran parte de su vida viajando por el mundo!
Por tanto, es necesario tener una visión amplia del proceso industrial que no puede pasar por alto a la cadena de suministro. Como destaca Albert Concepción, director del FIE, “hemos de alinearnos con lo que en el FIE hemos denominado 360+1: no basta con tomar medidas para descarbonizar lo que sucede en nuestro centro de producción, también hemos de contribuir a la descarbonización de ese “+1”, que es todo aquello que sucede fuera de nuestras paredes directamente relacionado con nuestra labor industrial, y cuyo ejemplo más claro es el del transporte y la movilidad”.