16 de abril de 2025
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La distribución geográfica de la generación energética será clave para el proceso de reindustrialización verde: ¿Están las renovables donde deben estar?
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Es esencial una planificación estratégica a nivel nacional y regional que vincule activamente el desarrollo de estos núcleos energéticos con las políticas de reindustrialización.
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Comunidades como Asturias, donde el consumo eléctrico industrial representa el 65,8% del total, no han registrado proyectos renovables autorizados ni en fase de información pública durante el último periodo.
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Juan Francisco Caro, director de Opina 360 considera que existe una cierta ralentización en el volumen de potencia con permiso de construcción y que para alcanzar los objetivos de transición ecológica es imprescindible que esta tendencia no se acentúe a lo largo del año.
La semana pasada explorábamos en nuestro artículo una pregunta clave planteada en 2023 por el economista Ricardo Hausmann: ¿cómo reconfigurará la transición hacia fuentes de energía limpia la geografía y estructura de la producción industrial en el futuro? Como señala Hausmann, la historia de la localización industrial ha estado estrechamente ligada a la disponibilidad y naturaleza de la energía.
A la luz de esta premisa, para que la industria española afronte una descarbonización efectiva, la disponibilidad de energía verde es un factor ineludible. El informe sobre proyectos renovables del primer trimestre de 2025 del Observatorio de Energías Renovables de Foro Sella, elaborado por Opina 360, revela que en este periodo se otorgó autorización administrativa de construcción a 143 proyectos de energías renovables, sumando una potencia total de 3.291 MW. Esta considerable inyección de energía limpia es, sin duda, un paso adelante, pero la verdadera cuestión radica en si esta potencia se despliega de manera estratégica para atender a las necesidades reales del tejido industrial español.
Polos de energía limpia como imanes de atracción industrial
Siguiendo la lógica planteada por Hausmann, las comunidades autónomas que lideran en la autorización y desarrollo de proyectos renovables, como Castilla-La Mancha, Aragón y Castilla y León, podrían posicionarse como nuevos polos de atracción industrial. Solo en 2025, estas regiones concentran la mayor potencia renovable autorizada del país: 1.109,7 MW en Castilla-La Mancha, 549,9 MW en Aragón y 542,6 MW en Castilla y León. Además, en estas comunidades el consumo eléctrico industrial alcanza el 46,5%, 43,9% y 45,4% del total, respectivamente, según un análisis del consumo eléctrico industrial elaborado por Opina 360 para el FIE, lo que demuestra una base productiva relevante.
La disponibilidad de energía limpia y, potencialmente, a precios más competitivos, podría convertirse en un factor clave para la localización de nuevas industrias o la expansión de las existentes. Para materializar este potencial, es esencial una planificación estratégica a nivel nacional y regional que vincule activamente el desarrollo de estos núcleos energéticos con las políticas de reindustrialización, ofreciendo incentivos y facilitando la conexión entre la oferta y la demanda de energía verde.
¿Están los “enchufes verdes” donde más se necesitan?
La transición energética en España enfrenta un desafío geográfico clave: la distribución de los recursos energéticos renovables. La distribución geográfica de estos recursos será esencial para el proceso de reindustrialización verde. ¿Están las renovables donde deben estar?
El proceso de autorizaciones nos hace plantearnos si los proyectos renovables se están ubicando estratégicamente para responder a las necesidades reales de los focos industriales más intensivos en consumo energético. Por ejemplo, comunidades como Asturias, donde el consumo eléctrico industrial representa el 65,8% del total, no han registrado proyectos renovables autorizados ni en fase de información pública durante el último periodo. Esta falta de inversión podría traducirse en una mayor dependencia de fuentes externas o convencionales, con impactos negativos en su competitividad ante fluctuaciones de precios o mayores exigencias regulatorias. Asturias, que alberga sectores como la siderurgia, corre el riesgo de ver comprometida su transición si no se acelera la implantación local de energía limpia. Por su parte, Catalunya —que aporta el 21,7% del PIB industrial nacional— muestra un ritmo modesto en los proyectos renovables en trámite (128,5 MW), lo que podría afectar la competitividad de su tejido industrial en el futuro.
Debemos plantearnos cómo debe distribuirse la generación eléctrica para ser lo más eficiente posible, alineando la ubicación de los proyectos renovables con las demandas concretas de las áreas industriales. ¿Estamos facilitando la creación de los «enchufes verdes» precisamente donde las fábricas los necesitan para impulsar su competitividad y sostenibilidad, o estamos generando una abundancia de energía renovable en lugares geográficamente alejados de los centros de consumo industrial? La respuesta podría definir no solo el éxito de la transición energética, sino también la capacidad del país para equilibrar crecimiento industrial y sostenibilidad. Sin una estrategia clara que vincule generación y consumo, corremos el riesgo de provocar desajustes regionales que frenen tanto la descarbonización como la reindustrialización del país.
¿Puede la ralentización en las autorizaciones frenar la ambición industrial verde?
Respecto a la evolución de las autorizaciones, Juan Francisco Caro, director de Opina 360, señala: «Venimos observando una cierta ralentización en el volumen de potencia con permiso de construcción. En este primer trimestre se han autorizado 791 megavatios menos que en el anterior y 1.685 menos que hace un año». Caro añade: «Tal vez sea consecuencia del esfuerzo que las administraciones realizaron en el tercer trimestre del año pasado para evitar la caducidad de muchos proyectos. Pero para alcanzar los objetivos de transición ecológica es imprescindible que esta tendencia no se acentúe a lo largo del año».
Si esta tendencia a la baja en las autorizaciones se mantiene, podría generar incertidumbre, afectar los plazos de las industrias que buscan avanzar hacia fuentes de energía renovable y, a largo plazo, comprometer seriamente su competitividad en un contexto internacional cada vez más exigente en materia de descarbonización.
El desarrollo de nuevos «enchufes verdes» representa una oportunidad única para reindustrializar España bajo un modelo sostenible y competitivo. Sin embargo, para aprovechar plenamente este potencial, es necesario abordar los desajustes geográficos entre generación renovable y demanda industrial, así como revertir la tendencia a la ralentización en las autorizaciones.
El éxito de esta transición no solo dependerá de alcanzar los objetivos cuantitativos de potencia renovable, sino también de la coherencia estratégica con la que se desplieguen estos recursos para satisfacer las necesidades reales del tejido industrial. Solo así los nuevos «enchufes verdes» alimentar una reindustrialización sostenible, competitiva y equilibrada territorialmente.