25 de abril de 2025
  • Según dos profesores de la Universidad de Oxford, la adopción de las renovables responde a la tipología de la llamada curva S, un patrón habitual de crecimiento e implantación de las nuevas tecnologías.

  • Basándose en el análisis de la evolución de los diferentes patrones en términos de costes e implantación de las nuevas tecnologías, los dos expertos consideran que ni siquiera las políticas de Trump pueden detener la revolución de la energía limpia.

  • En el entorno industrial no podemos limitarnos a estimar el coste de la energía del año que viene; hemos de ser capaces de analizar su evolución para planificar a medio y largo plazo. Y para ello se necesitan estudios como estos. La industria necesita, sobre todo, certezas», Albert Concepción, director del Foro Industria y Energía

A finales del mes de febrero, los profesores de la Universidad de Oxford, Eric Beinhocker y J. Doyne Farmer publicaban en el Wall Street Journal un artículo en el que afirmaban que las políticas de Donald Trump pueden “frenar marginalmente el progreso en EE.UU. y dañar la competitividad de las empresas estadounidenses, pero no pueden detener la dinámica fundamental del cambio tecnológico ni salvar una industria de combustibles fósiles que inevitablemente se reducirá drásticamente en las próximas dos décadas”.

Los dos expertos afirman con rotundidad que “la revolución de la energía limpia está siendo impulsada por fuerzas tecnológicas y económicas fundamentales que son demasiado fuertes para detenerlas” basándose en el análisis de la evolución de los diferentes patrones en términos de costes e implantación de las nuevas tecnologías, que desde el FIE nos atreveríamos a rebautizar como patrón fósil, patrón infraestructura y patrón renovable.

Básicamente, hay tres patrones de tecnologías:

Para estos dos expertos de Oxford, la adopción de las energías limpias, como la solar, la eólica o las baterías siguen el patrón de lo que se llama una curva “S”: cuando una tecnología es nueva crece exponencialmente pero su cuota es minúscula, por lo que su crecimiento se percibe casi plano. A medida que el crecimiento exponencial continúa, su cuota se vuelve repentinamente grande haciendo su crecimiento absoluto también grande, hasta que el mercado se satura y el crecimiento empieza a aplanarse.

Ambos analistas consideran que hasta ahora se han subestimado las tasas de adopción de tecnologías de energía renovable y se han sobreestimado sus costes, sin tener en cuenta que el cambio tecnológico no es lineal, sino exponencial. Y ponen el ejemplo de la telefonía móvil en EE.UU. Una nueva tecnología es pequeña por mucho tiempo, pero de repente, toma el relevo. En el año 2000 el 95 % de los hogares estadounidenses tenían un teléfono fijo. En 2023, el 75 % no tienen teléfono fijo y solo tienen móvil. En veinte años una industria centenaria ha desparecido prácticamente.

¿Qué lectura podemos hacer de este análisis desde la perspectiva de la industria? En primer lugar, la confirmación, al menos desde la óptica técnico-científica (académica) y por si aún no lo teníamos del todo claro, de que el proceso es imparable y, que, por tanto, la industria ha de adaptarse.

En segundo lugar, dado que los costes de la energía, como insistimos desde el FIE desde hace mucho tiempo, son, y lo serán aún más, un elemento fundamental para el desarrollo industrial, resulta imprescindible contar con herramientas que nos permitan anticipar cómo evolucionarán a medio y largo plazo. En esa evolución, el origen de la energía jugará un papel clave, incluso más allá de si es o no sostenible, y condicionará profundamente el modelo productivo que podamos construir.

Costes históricos y producción de las principales tecnologías de suministro energético – Fuente del gráfico: Empirically grounded technology forecasts and the energy transition (Rupert Way, Matthew C. Ives, Penny Mealy & J. Doyne Farmer)

Los análisis actuales nos ayudan a entender la evolución reciente de los precios, pero no bastan. La industria necesita certezas, y esas certezas solo pueden construirse con estudios prospectivos que permitan anticipar escenarios de estabilidad o riesgo. Hoy damos casi por sentado que las renovables abaratarán la electricidad, pero ¿realmente será así? ¿En qué magnitud y en qué plazos? Las decisiones estratégicas del tejido industrial no pueden apoyarse únicamente en proyecciones a corto plazo, sino en marcos que permitan orientar el desarrollo con una visión más ambiciosa.

Como recuerda Albert Concepción, director del Foro Industria y Energía, “en el entorno industrial no podemos limitarnos a estimar el coste de la energía del año que viene; hemos de ser capaces de analizar su evolución para planificar a medio y largo plazo. Y para ello se necesitan estudios como estos. La industria necesita, sobre todo, certezas”. Porque los precios de la energía no son una variable más: son un condicionante clave. Influyen directamente en el tipo de tecnologías que se desarrollan, en la ubicación de las inversiones y en la viabilidad económica de los proyectos. Saber, por ejemplo, cuál será el coste futuro de determinadas fuentes o vectores energéticos, como el hidrógeno, las baterías o las bombas de calor, puede ser decisivo a la hora de priorizar unas soluciones frente a otras.

Es difícil saber en qué punto de crecimiento de la S estamos ahora mismo, pero la curva S parece imparable en las renovables y haríamos mal en no atender el aviso de la chica de la curva y en no tener precaución y visión para tomarla de manera adecuada. No vaya a ser que la leyenda de esa chica que hacía autostop para advertirnos del riesgo sea verdad.