• La contribución de la hidráulica al mix energético disminuye del 21,5 % en marzo de 2024 al 18,3% en marzo de 2025 a pesar de las lluvias.

  • Almacenar agua ahora equivale a guardar «electrones en forma de HO».

  • Reservar la energía hidroeléctrica para julio y agosto puede contribuir a incrementar el porcentaje de renovables durante estos meses, en los que otras renovables flaquean.

28 de marzo de 2025

Elis Regina probablemente no imaginó que su canción sobre las aguas de marzo podría ser el himno perfecto para ilustrar la realidad energética española de 2025. Mientras en Brasil las lluvias cierran el verano (são as águas de março fechando o verão), en España han decidido darle un baño de realidad a la incipiente primavera.

Estas lluvias torrenciales de marzo de 2025 en España parecían el escenario perfecto para un cambio de roles energéticos: menos sol, más agua. La lógica sugería que la fotovoltaica reduciría su aportación por la falta de irradiación y la hidroeléctrica se dispararía gracias a los embalses llenos. Pero los datos de Red Eléctrica desmontan esta narrativa. La solar fotovoltaica apenas redujo su peso en el mix (del 13,9% en marzo de 2024 al 12,4% de este marzo), mientras que la hidroeléctrica no solo no salió al rescate del sistema, sino que su contribución pasó del 21,5% de marzo del año pasado al 18,3% en marzo de 2025. De hecho, la propia generación eléctrica total en lo que llevamos de mes ha caído un 1,8 % con respecto al mismo mes de 2024 (de 22.032,21 GWh a 21.634,67 GWh). ¿Cómo es posible? La respuesta no está en el cielo nublado, sino en una ecuación más compleja con más variables que la climatológica: demanda, precio y estrategia de almacenamiento.

Una de las claves está en distinguir entre hidroeléctrica fluyente (dependiente del caudal inmediato de ríos, impredecible y efímera) y la de embalses (agua almacenada, gestionable como un activo estratégico). Y es aquí donde ocurre la magia. Estas aguas de marzo no se están consumiendo, sino almacenando como un tesoro energético. ¿Por qué? Simple: julio acecha. En pleno verano, la demanda eléctrica se dispara, las olas de calor tensionan la red y los precios de la electricidad alcanzan picos históricos. Almacenar agua ahora equivale a guardar «electrones en forma de H₂O» para utilizarlos cuando se necesitan y también, no nos llevemos a engaño, cuando los precios y la demanda crecen. El poder no está en el agua que cae, sino en la que se guarda. Y el agua no se genera, se administra.

Uno de los aspectos positivos de este almacenamiento hidráulico es su capacidad para sostener la generación renovable en julio, un mes crítico donde otras fuentes renovables flaquean.

Fuente: Red Eléctrica y elaboración propria

Aunque parezca contradictorio, la solar —pese al calor— opera con menos horas de sol efectivas, y la eólica, tradicionalmente débil en julio, no compensa el vacío. Sin embargo, el agua acumulada en los embalses permite activar la hidroeléctrica justo cuando más se necesita, evitando recurrir a combustibles fósiles o tecnologías no renovables. Esta capacidad no solo reafirma la importancia de la hidroeléctrica como tecnología de almacenamiento, sino que evidencia la necesidad de un mix renovable diversificado y flexible. Por lo tanto, gracias a la previsión de marzo, julio puede convertirse en un mes con cuota renovable más robusta.

La industria puede ser una de las grandes beneficiadas de este marco en su carrera hacia la descarbonización. El sector industrial no puede permitirse los vaivenes de un sistema eléctrico expuesto a los caprichos del clima. Su competitividad exige precios predecibles, un suministro estable y un mix energético robusto que combine lo regulable de la hidráulica (especialmente la de embalses), la intermitencia de la solar, la variabilidad de la eólica y, crucialmente, el almacenamiento. Esta diversificación es vital para evitar que los cambios climáticos se traduzcan en volatilidad extrema y, en última instancia, en interrupciones en la producción.

Las «águas de março» españolas no cierran el verano, como en Brasil, sino que lo preparan para él. Este marzo lluvioso fue un ensayo de lo que viene: un mundo donde la energía se planifica con anticipación, no con pronósticos del tiempo. España tiene los recursos —sol, agua, viento-, pero el desafío está en gestionarlos con la astucia de un ajedrecista.