«She’s electric, can I be electric too?» – Oasis
Esta pregunta, lanzada por Oasis en su icónico tema de 1995, resuena hoy con más fuerza que nunca en el panorama industrial español. Si la electricidad fuera una musa, nuestro sector industrial ya le habría dedicado sonetos: consume más de un tercio de la energía del país. Pero, ¿podemos aspirar a una relación aún más intensa y sostenible?
La industria española, principal consumidora de electricidad
Como revelan los datos publicados por Opina 360 para el FIE, la industria española se ha consolidado como la principal consumidora de energía eléctrica del país, con un impresionante 35,4% del total de la energía distribuida y facturada a través de la red eléctrica durante 2024. Esto supone 78.771 GWh, una cifra equiparable al consumo energético total de países como Bélgica o Finlandia.
Estos datos nos permiten realizar un análisis detallado del panorama energético industrial español. El consumo no es homogéneo ni en el tiempo ni en el espacio. Temporalmente, observamos picos significativos en los meses de invierno (diciembre y enero) y especialmente en verano (julio y agosto). Como señala Albert Concepción, director del FIE, estos picos «pueden deberse a las necesidades específicas de los procesos industriales: en verano, existe una mayor demanda de refrigeración, mientras que en invierno aumenta tanto la demanda de calefacción como de iluminación, especialmente en aquellos procesos que requieren mantener una temperatura constante o eliminar la humedad».
Geográficamente, también encontramos diferencias notables. Catalunya y País Vasco concentran más de una cuarta parte del consumo eléctrico industrial nacional, mientras que comunidades como Asturias, País Vasco o Navarra dedican más del 59% de su consumo energético total a la industria.
Autoconsumo: ¿Cuánto contribuye a la descarbonización?
Una reflexión importante surge al analizar estos datos: los registros presentados contemplan únicamente la energía distribuida y facturada a través de la red eléctrica. Sin embargo, el autoconsumo mediante instalaciones fotovoltaicas, cogeneración y otras tecnologías no está incluido en este análisis.
Esta realidad nos plantea una pregunta fundamental: ¿cuál es la contribución real del autoconsumo a la descarbonización del sector industrial? Para obtener una visión completa del consumo energético industrial y su impacto ambiental, resulta imprescindible calcular y cuantificar con precisión el aporte del autoconsumo. Solo así podremos evaluar adecuadamente su papel en la transición energética del sector industrial español.
Más allá del consumo: la importancia del origen renovable
Más allá de cuánta energía se consume, debemos considerar su origen. Según el último informe del Observatorio de Energías Renovables sobre potencia y generación en 2024, elaborado por Opina 360, aunque la participación de las fuentes renovables ha aumentado significativamente, todavía existe un amplio margen de mejora.
Como muestra el gráfico, la generación eléctrica española en 2024 presenta una composición diversa donde las renovables ganan terreno: la energía eólica representa un 23,5%, la solar fotovoltaica un 12,0% y la hidroeléctrica un 13,3%. Sin embargo, fuentes no renovables como la nuclear (19,6%), el ciclo combinado (13,6%) y otras tecnologías siguen teniendo un peso considerable.
Esta realidad subraya que, si bien el proceso de electrificación industrial avanza, debemos intensificar paralelamente el desarrollo de la generación renovable. No se trata solo de consumir más electricidad, sino de asegurar que esta electricidad proceda mayoritariamente de fuentes limpias. Necesitamos, por tanto, acelerar la transición hacia un mix eléctrico predominantemente renovable para que la electrificación industrial cumpla plenamente su potencial descarbonizador.
El dilema de la estacionalidad vs. la generación renovable
Otro aspecto que merece nuestra atención es la coincidencia (o falta de ella) entre los picos de consumo industrial y los picos de generación renovable. Como hemos visto, la industria incrementa su consumo en los meses de verano e invierno.
En verano, este pico coincide favorablemente con una mayor generación solar, lo que podría representar una oportunidad para maximizar el aprovechamiento de esta fuente renovable. Sin embargo, en invierno, cuando la generación solar disminuye, la industria también incrementa su consumo, lo que podría suponer un desafío para la integración de renovables.
Esta realidad plantea una pregunta estratégica: ¿debería nuestra industria adaptar sus patrones de consumo a la disponibilidad de energía renovable? ¿O deberíamos desarrollar sistemas de almacenamiento energético a gran escala para adaptar la generación renovable a las necesidades de la industria?
Regiones eléctricas: hacia una especialización energética
La diversidad regional en el consumo eléctrico industrial no es casualidad. Como señala Eduardo Álvarez, director técnico del FIE y profesor de la Universidad de Oviedo, esta disparidad se explica en parte por «la distinta naturaleza de las industrias predominantes en cada región».
Las industrias de productos finales, más abundantes en Catalunya, tienden a tener menores necesidades eléctricas que las industrias de productos intermedios, predominantes en regiones como Asturias. Esto plantea una interesante reflexión sobre la posible especialización energética de nuestras regiones.
¿Deberíamos promover que las industrias electrointensivas se concentren en regiones con mayor capacidad de generación renovable? ¿O deberíamos adaptar las políticas de fomento de renovables a la realidad industrial de cada territorio?
La planificación territorial de la industria y la energía es un debate pendiente que debería abordarse desde una perspectiva integrada, considerando tanto las necesidades industriales como las potencialidades energéticas de cada región.
She’s electric, she has a family full of eccentrics
Retomando la pregunta inicial planteada por Oasis, «¿puede la industria española ser (más) eléctrica?», la respuesta es afirmativa, pero condicionada a la superación de diversos desafíos.
Estos desafíos incluyen: cuantificar el impacto real del autoconsumo en la descarbonización; incrementar la generación renovable para que la electrificación realmente reduzca emisiones; gestionar eficazmente la estacionalidad; desarrollar una planificación territorial estratégica que alinee industria y potencial renovable; y modernizar las redes eléctricas para garantizar capacidad suficiente ante el aumento tanto de generación distribuida como de consumo industrial.
El camino hacia una industria más eléctrica es también el camino hacia una industria más sostenible y, potencialmente, más competitiva. Sin embargo, este camino no está exento de obstáculos y requerirá de un compromiso firme por parte de todos los actores implicados: administraciones públicas, empresas, centros de investigación y sociedad civil. Porque sí, nuestra industria puede (y debe) ser más eléctrica, pero solo si trabajamos juntos para superar los desafíos y aprovechar las oportunidades que este proceso nos ofrece.
Y como diría Oasis: «She’s electric, she has a family full of eccentrics». Nuestra industria también es eléctrica y forma parte de una familia diversa y compleja. Gestionando bien esta complejidad es cómo podremos construir una industria descarbonizada y competitiva.