De izquierda a derecha: Berta Fernández, alcaldesa de Sabiñánigo, y Marta Farrés, alcaldesa de Sabadell, en la mesa «Industria y Territorio» durante el Congreso Nacional de Industria.
¿Qué convierte a un territorio en un motor de desarrollo económico? ¿Cómo puede la industria no solo beneficiarse del territorio, sino también devolverle valor, estabilidad y proyección? Estas preguntas son más urgentes que nunca en un contexto global marcado por las tensiones energéticas y la necesidad de un desarrollo sostenible que vaya de la mano de la competitividad.
Estas son algunas de las cuestiones que se han tratado esta semana en el Congreso Nacional de Industria, organizado por el Ministerio de Jordi Hereu en Barcelona. El encuentro arrancaba con una reflexión de Jordi Valls, cuarto teniente de Alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona, en torno a un futuro moldeado por ocho «D» críticas: «Descarbonización, demografía, desglobalización, desigualdad, democracia, deuda, digitalización y defensa». Desde nuestra perspectiva como punto de encuentro entre la industria y la energía, la descarbonización y la desglobalización están directamente asociadas a la relación entre industria y territorio y a un concepto del que estamos empezando a oír hablar: el reshoring o relocalización industrial que, en palabras de Bruce Katz, experto en política urbana de la Universidad de Drexel, “está ocurriendo a una velocidad y escala que habría sido inconcebible hace apenas tres años».
En esta línea, durante el Congreso, líderes territoriales y expertos en políticas industriales reflexionaron sobre el valor que aporta la industria al territorio, quedando muy claro que la relación entre industria y territorio es mucho más que económica: es una simbiosis cultural, social y estratégica. El desarrollo de la industria y del territorio está profundamente interconectado y ha moldeado economías, comunidades y paisajes a lo largo de los siglos.
Territorio e industria, parecen camino de una reconciliación en este marco de reindustrialización que supone, según el ministro de Industria, “una necesidad para Europa y una oportunidad para España». En ciudades como Barcelona, recordaba Hereu, que fue alcalde de la ciudad, “la industria está en cada calle y en cada rincón. Barcelona es y quiere ser industrial”. Está claro que la gestión energética sostenible tendrá un papel fundamental en este reencuentro.
“La industria está en cada calle y en cada rincón, Barcelona es y quiere ser industrial”, Jordi Hereu, ministro de Industria y Turismo
La industria no solo necesita un territorio que la acoja, sino que el territorio también depende de la industria para prosperar. Desde nuestro punto de vista, en este contexto, la gestión energética emerge como un elemento clave para fortalecer este entendimiento, asegurando que la industria se desarrolle de forma sostenible y que el territorio mantenga su atractivo y funcionalidad como núcleo de actividad económica y social.
Las ciudades quieren industria y quieren a la industria
Quizás una de las intervenciones que más claramente reflejan el valor de la relación entre industria y territorio fue la de la alcaldesa de Sabadell, Marta Farrés, que destacó la importancia de incluir la perspectiva de las ciudades en el debate sobre la industria: «Siempre hablamos de comunidades o de países de Europa, pero al final cualquier industria, cualquier actividad productiva, se acaba situando en un municipio, y eso afecta a esa ciudad».
Sin embargo, Farrés también reconoció que muchas ciudades, incluida Sabadell, cometieron el error histórico de relegar a la industria: «Hay un momento determinado donde las ciudades deciden que la industria no es interesante para sus ciudades… Y ahora empezamos a darnos cuenta del enorme error histórico que eso supone.»
Sabadell, conocida históricamente como la «Manchester de Catalunya», ha aprendido de esa experiencia y está liderando un proceso de reindustrialización. Esta transformación no solo reconoce el valor económico de la industria, sino también su capacidad para atraer talento, reducir desplazamientos y ofrecer empleo de calidad. Como indicó Farrés, «cualquier ciudad hoy en día quiere industria y quiere a la industria.»
El reto es incluir la perspectiva de las ciudades en el debate industrial, como señaló la alcaldesa: «Siempre hay que introducir las perspectivas de las ciudades cuando hablamos de industria para saber en qué somos buenos y en qué hay que potenciarlo.»
En nuestra opinión, para que estas transformaciones urbanas sean efectivas y sostenibles, la gestión energética será crucial. Las ciudades deben integrar la industria dentro de un modelo energético que impulse tanto el desarrollo urbano como el compromiso con la sostenibilidad.
La industria como motor de competitividad, no de competencia entre sectores
Berta Fernández, alcaldesa de Sabiñánigo, aportó una perspectiva única desde un municipio de apenas 9.700 habitantes. Con una historia marcada por la llegada de la industria hace más de un siglo, Sabiñánigo ha demostrado cómo un enfoque industrial puede transformar por completo un territorio. Tal como destacó la alcaldesa, “lo que consigue la industria, además de riqueza económica es la estabilidad que ofrece a la gente. La industria posibilita que las personas que se establecen en Sabiñánigo tengan un futuro profesional y, por lo tanto, un proyecto de vida.»
Fernández subrayó que la industria no compite con otros sectores, como el turismo, sino que actúa como un elemento tractor que diversifica la economía y fortalece el tejido social. Este efecto impulsor de otros sectores económicos, del que ya hemos hablado en artículos anteriores, también fue una visión compartida por Alejandro Rubia, presidente de la Coordinadora Española de Polígonos Empresariales (CEPES): “La industria tiene un efecto tractor dentro del polígono donde se generan, aparte de lo que es la industria que hay dentro del polígono, un montón de servicios o empresas asociadas a esa industria que generan muchísimos puestos de trabajo, como son el tema de servicios, restauración y otro tipo de servicios asociados a lo que es la industria”.
Así, la sinergia entre industria y territorio no solo se sustenta en el crecimiento económico inmediato, sino en la creación de un ecosistema que favorezca el desarrollo de otros sectores, con la energía sostenible como uno de los elementos clave para garantizar la estabilidad y la resiliencia de esta economía diversificada.
Industria y despoblación: anclar la población al territorio
La despoblación es uno de los mayores retos que enfrentan regiones extensas como Castilla-La Mancha, y es una de las principales “D” a las que se refería Jordi Valls en su discurso inicial. Frente a este reto, la industria emerge como una solución viable para revertir esta tendencia.
Francisco Javier Rosell, director general de Empresas de la Junta de Castilla-La Mancha, destacó el papel de la industria en regiones extensas y con baja densidad poblacional: «Para nosotros, la industria es vida; es situar y permitir que la gente trabaje y viva donde quiera.»
En una región donde el 22,7 % del PIB proviene de la industria, Rosell destacó el papel crucial del empleo femenino en este sector, contribuyendo a la cohesión social y al arraigo de la población. La industria, según Rosell, es la clave para anclar la población al territorio, especialmente en comunidades rurales. Genera empleo de calidad y fomenta la cohesión social, garantizando oportunidades de desarrollo en toda la región.
La gestión energética de la industria, obviamente, jugará, en nuestra opinión, un papel central en el desarrollo sostenible de estas regiones, pues solo a través de un manejo eficiente y sostenible de la energía será posible que la industria prospere en armonía con el entorno.
De Canarias a Sabiñánigo, pasando por Castilla y Sabadell: el futuro de la industria y del territorio dependen de una red energética sostenible
La desglobalización no solo plantea desafíos, sino que también abre oportunidades para los territorios que sepan aprovechar el reshoring. Este fenómeno ofrece a Europa y a las regiones que la componen la posibilidad de recuperar competitividad en sectores estratégicos.
El Congreso Nacional de Industria dejó un mensaje claro: la simbiosis entre industria y territorio es más relevante que nunca. La sostenibilidad energética fue uno de los puntos debatidos durante el Congreso. Con el objetivo de cumplir con los objetivos de neutralidad climática para 2050 y mantener la competitividad europea a nivel global, los ponentes coincidieron en que es fundamental acelerar la transición hacia fuentes de energía renovables.
La descarbonización y la autonomía energética son factores cruciales que están redefiniendo cómo se integra la industria en el territorio, especialmente en un contexto de búsqueda de mayor sostenibilidad, eficiencia y competitividad. La gestión energética se presenta como pilar fundamental para afrontar los retos del futuro y garantizar que esta interrelación siga generando valor económico, social y medioambiental.
Desde Canarias hasta Sabiñánigo, pasando por Castilla y Sabadell, queda claro que una red energética robusta y sostenible es esencial para atraer inversión industrial y garantizar el desarrollo equilibrado del territorio.