El FIE pide que la nueva CNE establezca una coordinación con departamentos homólogos en el área de industria y valore las necesidades del sistema energético de manera global, en especial en lo que respecta a las redes de transporte de la energía.

La recuperación de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) está entrando en su recta final después de terminar el periodo de presentación de enmiendas en el Parlamento al Proyecto de Ley de Restablecimiento de la Comisión Nacional de Energía, aprobado por el Consejo de Ministros a finales de septiembre.

Este organismo, que ya funcionó en España entre los años 1995 y 2013, ha estado durante esta última década integrado en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Ahora, vuelve a independizarse, con el objetivo, tal y como señala el proyecto de ley, de “reforzar la capacidad institucional del regulador en un momento clave para la transición energética, respondiendo a las crecientes necesidades de especialización y eficacia derivadas del nuevo paradigma energético y regulatorio”.

Las funciones de la CNE estarán ligadas principalmente a la supervisión y el control de los mercados energéticos, a velar por la competencia efectiva de estos mercados y a la protección del consumidor en los sectores eléctrico, de hidrocarburos líquidos, y de gas natural, así como el hidrógeno y otros gases renovables, algo no contemplado en su anterior andadura. El proyecto de ley señala que el regulador deberá “incorporar en sus regulaciones y decisiones los objetivos de transición energética asumidos por España en el contexto de la UE y el ámbito internacional”.

El Foro Industria y Energía ha realizado un primer análisis de las repercusiones que puede tener para la gestión energética de la industria el restablecimiento de este organismo autónomo.

En primer lugar, es indudable el enorme peso de la gestión de la energía y del sector energético en general en el proceso de descarbonización de la economía, lo cual puede justificar la idoneidad de constituir de nuevo esta Comisión. No hay que olvidar que la CNE deberá ejercitar sus funciones siguiendo las orientaciones de la política general y de las políticas sectoriales previstas, además de tener en consideración las prioridades estratégicas establecidas por el Gobierno.

En lo que se refiere a la gestión energética de la industria, el anteproyecto no parece tratar de manera específica elementos relacionados con ella. No obstante, el FIE considera que este cambio podría tener algunos efectos positivos de manera indirecta, por el papel de refuerzo que podría desempeñar en la regulación del sector y la creación de un marco normativo propicio para un acceso a la energía de manera eficiente y asequible, una petición que el sector industrial viene reivindicando desde hace años. Además, en un momento de volatilidad geopolítica como el actual, velará por la libre competencia, lo que podría ayudar a reforzar el mercado interior europeo.

El FIE considera que sería muy interesante que este renovado organismo pudiera establecer una coordinación con departamentos homólogos en el área de industria, para establecer la tan necesaria colaboración entre industria y energía y el establecimiento de objetivos comunes. Así, la CNE podría ser una herramienta de ayuda para mejorar la coordinación de los proyectos energéticos vinculados a la industria, mejorando así su competitividad.

En lo que respecta a la planificación estratégica y el despliegue de las redes eléctricas de transporte y distribución, una necesidad también expresada por una parte de la industria para poder seguir avanzando en descarbonización y competitividad, el nuevo organismo tendrá un papel destacado, ya que integrará entre sus funciones la “regulación a través de circulares de los distintos aspectos relacionados con el transporte, distribución, acceso en los sectores del gas natural, eléctrico; implementación y supervisión de cumplimiento de normativas y protocolos en los sectores mencionados”.

En este sentido, la CNE quizás podría inspirarse en iniciativas como el Operador Nacional del Sistema Energético (NESO) creado recientemente en Reino Unido, que se define como “una corporación pública independiente” que planificará y operará la totalidad del sistema energético de UK y a la que se le confía “la responsabilidad de garantizar una energía fiable, limpia y asequible”. La NESO propone una visión holística para que una sola entidad sea la “responsable de supervisar las redes de electricidad y gas de Gran Bretaña, planificar las infraestructuras y explorar tecnologías emergentes considerando todos los vectores de energía para diseñar las redes y mercados que Gran Bretaña necesita”.

Para Albert Concepción, director del FIE, “no se trata de copiar otras iniciativas, pero sería interesante que la nueva CNE tuviera una perspectiva similar a la que tiene la NESO, valorando las necesidades del sistema energético de manera global, en especial en lo que respecta a las redes de transporte de la energía”.