El anuncio de que Blackstone invertirá 7.500 millones de euros para desarrollar la primera fase de un campus de centros de datos en Calatorao (Zaragoza) ha vuelto a poner de manifiesto cómo la disponibilidad de energía renovable, más allá de ser un activo exportador para las regiones, se ha convertido en un polo de atracción industrial que impulsa el desarrollo socioeconómico. Esta misma semana, el Gobierno de Aragón ha declarado la inversión de Blackstone “de interés autonómico”, por tener “una especial relevancia para el desarrollo económico, social y territorial en Aragón”.

Tal y como ha quedado patente en las dos ediciones celebradas de Foro Sella, impulsadas por el Foro Industria y Energía, Aragón ocupa una posición privilegiada para albergar centros de datos, que suponen una importante fuente de riqueza y empleo. Según las previsiones del proyecto de Blackstone, se generarían hasta 1.400 empleos anuales directos.

El profesor de la Universidad de Lancaster Mike Berners-Lee apuntó en la primera edición de Foro Sella que “Aragón puede ofrecer una gran continuidad en el suministro de energías renovables, lo que la convierte en un excelente lugar de implantación para las empresas emergentes de uso intensivo de energía como los datacenters”. Por su parte, Jorge Azcón, presidente del Gobierno de Aragón, señaló que el reto para la región no es solo “producir más energía, sino también consumirla: contamos con elementos que nos permiten ser muy competitivos”, declaró.

De este modo, “la energía es un factor clave de competitividad para las empresas, pero también para la sociedad”, tal como explicó Miguel Marzo, presidente de CEOE Aragón, que añadió que “Aragón tiene los recursos necesarios para ser competitivos: contamos con recursos naturales, terreno, sol, agua y, además, disponemos de un conjunto empresarial en este sector muy potente, con organizaciones de fuera, pero también nacidas aquí”.

Junto con estos recursos, David Blázquez, responsable de Infraestucture, Energy and Sustainability Policy de Amazon Web Services (AWS) destacó en la última edición de Foro Sella, el talento existente en la región, que nos ha permitido “construir el cerebro de la digitalización, constituyendo un ejemplo europeo y mundial”.

El proyecto de Blackstone, que prevé ubicar en un polígono industrial de nueva construcción de 224 hectáreas de superficie, se uniría al despliegue que ya ha realizado AWS en la zona: actualmente cuenta con tres centros en tres localidades aragonesas: Villanueva de Gállego, El Burgo de Ebro y Huesca. Estos emplazamientos están alimentados al 100% por energía renovable, con una capacidad total de 1,4 GW.

Por su parte, Microsoft planea también la construcción de tres centros de datos en Aragón, que se ubicarían en los parques tecnológicos del Polígono Centrovía de La Muela, el polígono de Villamayor de Gállego y el Parque Tecnológico de La Cartuja. Este último polígono ha sido también el escogido por Meta, que ha anunciado su intención de instalar allí un centro de datos.

Un sector en auge con importantes necesidades energéticas

Con el auge de la inteligencia artificial, que cada vez está teniendo más presencia y aplicaciones en procesos productivos, el sector tecnológico requiere de una mayor demanda energética para asegurar tanto su funcionamiento como su refrigeración. Esto es precisamente de lo que advirtió hace unos meses Sam Altman, CEO de OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT: los avances digitales están yendo mucho más rápido de lo que los sistemas eléctricos son capaces de alcanzar.

Esta explosión de demanda energética se produce además en un contexto en el que la concienciación sobre sostenibilidad energética es cada vez mayor, por lo que las grandes empresas tecnológicas están apostando por soluciones cada vez más respetuosas con el medio ambiente, tanto para sus procesos productivos, cadenas de montaje o mantenimiento de sus sistemas.

Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de energía para los centros de datos alcanzaría el 4% de la cuota mundial. En este escenario, España en general y Aragón en particular ocupan una posición privilegiada como polo de atracción para las empresas tecnológicas, tanto por las condiciones climáticas que impulsan la generación de renovables como por la disponibilidad de suelo industrial y un entorno socioeconómico favorable.